Análisis musical-sentimental de “Diferencia y Repetición” de Kracauer

Análisis musical-sentimental de “Diferencia y Repetición”, el nuevo disco de Kracauer

 

Hablaba David Byrne en su ensayo “Cómo funciona la música” de los factores que influyen en el surgimiento de una escena musical en un lugar y un tiempo determinados. Muchas veces nos hemos preguntado desde Multure qué hace que tal florecimiento ocurra en un tiempo y lugar dados. Pues bien, parece ser que en Murcia está ocurriendo un florecimiento tal que es imposible enmarcarlo en solo un tiempo y lugar. Son tantas las bandas que están surgiendo en los últimos años y que merece la pena escuchar que parece que vivimos en un paraíso musical continuo. No sabemos si será el clima, la comida o la idiosincrasia de la gente, pero estamos rodeados de un brote creativo que parece emanar de una red social (no virtual) representada en un cúmulo de elementos que ayudan a este florecimiento (locales de ensayo, salas de conciertos, festivales, etc.) No obstante, siempre hay grupos que llaman más la atención que otros, en algunos casos por ofrecer algo nuevo y -de algún modo- diferente a los demás; y en otros, por ofrecer una visión que vuelve al pasado con la mirada puesta en el futuro. En el caso de Kracauer,  estos dos fenómenos son visibles, como queda demostrado en su segundo L.P. (primero con banda), Diferencia y Repetición (2020), editado por la buena gente de Subterfuge Records.

Este es un disco que no se puede analizar simplemente desde los aspectos musicales y técnicos, sino que requiere una escucha atenta que te sumerja en la oscura atmósfera que se advierte desde el primer corte. Es un trabajo donde cada canción parece un single, no hay una sola que no pudiera sostenerse por sí misma ante el más exigente de los críticos. Y esto se da por varios motivos: en primer lugar, la profundidad de las letras, la emoción que transmiten unos coros bien metidos: porque, como decía George Martin, la producción musical puede basarse en elementos sencillos, pero estos elementos tienen que estar bien elegidos. Hemos querido llamar a este análisis también “sentimental” porque el trabajo en sí tiene una carga de emociones tan fuerte, y transmite tanto, que es imposible acercarse a él sin tener en cuenta los matices y sensaciones que despiertan en cualquiera que lo escuche.

Canciones como “De Mierda”, suenan tan reales como catastróficas. Como decía Lipovetsky en su famoso ensayo La era del vacío, “La velocidad del mundo es hoy vertiginosa; un mundo en forma de flashes, de barridos de imagen como en una televisión, y donde todo es efímero, neutro e instantáneo. El valor de las cosas, de las relaciones, de los sentimientos, se mide por el tiempo que duran y no por su significado, su simbolismo o por la fuerza que vive en ellos…” Esta canción conecta un poco con la idea de su primer álbum “En la era de la reproducción digital”, ya que este álbum es en parte “diferencia” y en parte “repetición” del primero. La canción que abre el disco, en nuestra opinión, muestra cómo las relaciones humanas han degenerado hasta un punto en el que han perdido todo su valor. Todos parecemos vivir en la sociedad del “postureo exacerbado”, donde parece más importante mostrar a cada momento lo buenos que son los discos que tenemos, las películas que vemos (Párasitos puede ser un ejemplo actual) o los discos que escuchamos. “Y tu mierda es especialmente aburrida y predecible, tus amigos de mierda y tu absurdo discurso reversible”.

 

 

Volviendo a lo musical, temas como “112” o “Herculine” muestran unos paisajes sonoros donde la electrónica va ganando terreno y fuerza, a la vez que se mezcla a la perfección con las guitarras y demás instrumentos “orgánicos”. Hemos de destacar el buen savoir-faire del productor Carlos Hernández en este disco en particular, aunque ya lo conocíamos como el productor de grandes bandas como Los Planetas, Triángulo de Amor Bizarro o nuestros también paisanos, Viva Suecia.

Hay otros temas, “Como Molly Ringwald” podría ser el caso, que garantizan sonar muy bien en festivales y grandes recintos. Esta canción toma el nombre de la conocida actriz de la película de culto adolescente The Breakfast Club, y habla de una chica que es algo “mosquita muerta” pero que en noches de fiesta se suelta la melena. “Estás en tu sitio, pero en días de fiesta bailas como Molly Ringwald”. Y esa metáfora es un poco la esencia del disco: la oscuridad y depresión que invaden la vida diaria y que de vez en cuando se ve interrumpida por ciertos momentos de “alegría” o “epifanía feliz”, al más puro estilo de Virginia Woolf.

El disco rebosa honestidad por sus cuatro costados. Y ahora es cuando llegamos a las canciones más sentimentales y profundas (si es que acaso alguna no lo es) que son, en nuestra opinión, “Lamento” (una de nuestras favoritas), “Feliz” y “Veneno” (quizás la más oscura). Aquí es donde el trabajo alcanza su punto más intimista con unos medios tiempos que actúan a la perfección como aquellos electrones que aportan su carga negativa a un disco enérgico en su conjunto. Introspección sería la palabra que mejor definiría estas tres canciones, y ya cada persona llevará las letras a su terreno.

El disco explota con un auténtico melocotonazo central (como diría el gran Ángel Carmona) como es “Gaiden”. Es un tema realmente potente ya desde los primeros compases de sintetizador en la intro y un estribillo que se incrusta en tu cabeza, dando paso a un pegadizo riff de guitarra grabado con un pedal de Fuzz hecho a mano por el guitarra de Disco las Palmeras.  Se trata de la canción con la que suelen abrir sus conciertos acústicos, con una versión diferente y suave, como vimos recientemente en sus sesiones de contrabando en Onda Regional de Murcia con Ángel Sopena. Es de destacar el hecho de que el grupo se haya esforzado en preparar un set acústico que no es simplemente una recreación literal de los temas eléctricos, si no una reinterpretación con matices.

 

 

El disco garantiza un final frenético situando, en nuestra humilde opinión subjetiva, las dos mejores canciones al final. “Una Noche Entera” y “Penas y Glorias” sirven de coda a un disco redondo. “Malgastar una vida entera entre la dicha y la condena, fracasar otra vez, intentar ser de otra manera” es otra de las máximas de este disco. “Una Noche Entera” es la canción más pegadiza del L.P., con unos coros realmente brillantes y melodiosos. La propia banda ha reconocido que este tema es el que más disfrutan interpretando en directo.  Finalmente, como broche de oro, encontramos “Penas y Glorias”. Se trata de un tema que explora esa dicotomía entre la perdida y la ganancia, entre la alegría y la tristeza, entre las fuerzas generadoras de vida y la muerte inevitable. También nos deja la que creemos que es la mejor frase de todo el disco: “Sigo tristemente feliz, casi contento”. Rafa Val de Viva Suecia reconoció en redes que esta era su canción favorita del disco, y nosotros compartimos en parte su opinión.

Les deseamos los mejores éxitos con este disco y esperamos verlos muy pronto en directo por Murcia defendiéndolo sobre un escenario.

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