Entrevista a Luis Brea

Entrevista a Luis Brea en su paso por el Microsonidos 2019

 

Entrevistadores:
Juan Navarro Andúgar y Miguel Ángel Sánchez Romero

 

“Me gusta tratar el dramatismo con humor. Siempre ha sido así. En clase igual… Si nos define algo lo que somos en clase cuando lo recordamos después, sí que he sido esa persona que siempre se ha defendido con el humor. Es un método de defensa”

 

 

P: Al ver tu biografía he descubierto que antes de lanzarte en solitario habías tenido dos proyectos: Los Sitios y Los Hijos de Han Solo. He intentado rastrear algo de ellos y no he encontrado nada. No sé si se debe a que era pre-digital…

 

L: Era pre-digital

 

…o porque te has encargado de borrarlo todo.

 

L: [risas] Los Hijos de Han Solo fue del 96 al 99, creo que fue… Y luego Los Sitios del 99 al 2009

 

P: ¿Qué rollo llevabais? ¿Qué estilo de música hacíais?

 

L: Los Hijos de Han Solo era un rollo shoegaze a lo Sonic Youth y… luego cambiamos radicalmente y Los Sitios empezó siendo un grupo casi mod, con un sonido como beat. Con referencias como Los Brincos, o sea, sobre todo música española. Lo que pasa es que luego fue evolucionando hacia un indie más normativo, por decirlo así…

 

P: Un poco como la trayectoria de Lori Meyers, imagino…

 

L: ¡Sí! Un poco así. Sí, sí… Hasta que llegamos a 2009, que nos separamos, y hacíamos un rollo, no sé cómo decirte, como The Strokes. Fueron diez años largos de relación.

 

P: En una entrevista tuya en Efe Eme, de cuando empezabas en solitario, exponías una especie de teoría en la que hablabas de la influencia de casi todos los grupos indies con respecto a Los Planetas. Decías que casi ningún grupo era capaz de desprenderse de ese sonido. ¿Pasaba con vosotros también?

 

L: Sí, sí que pasaba, sí.

 

P: Observo esa tendencia pero creo que muchas veces lo que pasa es que son unos Planetas mal interpretados. Es decir, veo características típicas de Los Planetas pero tengo la sensación de que se convierte al final en casi una parodia de Los Planetas.

 

L: Sí, yo creo que ahora está pasando lo mismo con grupos como Vetusta Morla.

 

P: Crees que Vetusta Morla es el nuevo paradigma, ¿no?

 

L: Sí, una oleada de grupos que sigue la misma estela. Entonces lo que en su momento pasó con Planetas está pasando ahora (y no solo desde ahora, ya lleva un tiempo) con los que están intentando emular eso.

 

P: Esa épica indie…

 

L: Sí, bueno… Yo creo que Los Planetas son un poco el antirromanticismo este… de, bueno, Segundo Premio, ¿no? Rencoroso…

 

P: Ahora vamos a eso…

 

L: [risas] Y yo creo que este rollo un poco más épico marca un poco las tendencias: son patrones estéticos. Alguien tiene que llegar primero y en este caso fueron Los Planetas y Vetusta, pero bueno, luego hay excepciones y cada uno tiene su identidad. Pero sí: en general existe y es normal que exista una tendencia.

 

P: Entiendo que la decisión de hacer un proyecto en solitario viene también de la intención de desprenderte de ese sonido. El primer EP es un rollo muy cantautor, muy alejado de esa estética.

 

L: Sí, la verdad es que me liberé bastante de muchos patrones que utilizábamos en la banda e incluso canciones como Dicen por ahí yo la presenté a la banda y la gente dijo “pero esto qué es”, “esto no tiene sentido” y tal…

 

P: Es muy rumbera. Yo le veo incluso un sabor sabinero.

 

L: Sí, la verdad es que en el primer EP, como no había ninguna pretensión de nada y yo estaba alejándome de algo en lo que sí que tenía pretensiones –mi banda–, fui totalmente libre, hice lo que me dio la gana. Y luego, paradójicamente, esa libertad fue la que me dio capacidad para emprender una carrera en solitario. Ese primer EP tuvo un impacto que yo no esperaba, vamos. El video de Dicen por ahí salió entre lo mejor de la Rolling Stone y para mí fue un poco como “¡¿qué ha pasado?!”, era casi de coña…. Y yo… “voy a hacer esto y…”

 

P: Se nota. Es muy divertida.

 

L: Libertad absoluta. Luego ya empiezas a entrar en un canal donde hay más personas involucradas y cambia la cosa. En algunos casos te vuelves más complaciente.

 

P: Es verdad que tu proyecto en solitario es muy ecléctico. Por ejemplo, La cuenta atrás tiene rollo Barry White y funk de los 70.  Imagino que es también por eso: por intentar despegarte de esa esa hegemonía indie.

 

L: Hombre, aquí tiene mucho que ver Jorge Martí, porque el primer EP lo grabé con él. Lo pasamos muy bien, había ideas muy locas. No teníamos una producción de sonido de la hostia pero sí que había muchas ideas y fue muy divertido. Entonces, el montaje ese rollo Barry White casi fue su culpa: la canción daba pie a eso, él cogió ese sample y lo metió. En realidad los dos compartimos esa libertad absoluta para hacer cualquier cosa, ese eclecticismo. Luego ya te rayas y empiezas a buscar un sonido y empieza incluso a dejar de ser divertido. [risas] Cuando empiezas a buscar un sonido, que es algo superjodido porque es un sonido personal…

 

P: Cuando se profesionaliza…

 

L: Sí, al final creo que mis referentes son las letras. Si no tienes una manera especial de tocar la guitarra como, yo qué sé, Rosendo, es difícil encontrar un sonido, ¿no?

 

P: En tus letras siempre se observa un costumbrismo en el que se mezclan el drama y el humor, supongo que con la intención de desdramatizar. Me viene a la cabeza Baso se escribe con ‘v’: “Parecía Halloween y era San Valentín”. Ese verso me parece muy gracioso…

 

L: Sí, es un poco mi manera de ser. Me gusta tratar el dramatismo con humor. Siempre ha sido así. En clase igual… Si nos define algo lo que somos en clase cuando lo recordamos después, sí que he sido esa persona que siempre se ha defendido con el humor. Es un método de defensa.

 

P: La canción popular siempre persigue eso: que haya gente que se vea reflejada, aunque en este caso lo que intenta es desdramatizar. ¿Qué prefieres como oyente: verte reflejado o que venga alguien y te diga: “nene, no es para tanto”?

 

L: Bueno, tampoco me gusta el dramatismo en extremo. Prefiero un final humorístico como en Con faldas y a lo loco. Ese final con humor por muy paradójico que sea.

 

P: Tu seña de identidad, como decías, son las letras, y esa desdramatización es lo que define tu primera etapa. A mí me descoloca la letanía de “Baso es con ‘v’”, “Baso es con ‘v’” cuando estás hablas de una situación tan jodida como la que hablas. Es una paradoja muy guay.

 

L: Para mí tiene mucho sentido ante ese dramatismo, esa ruptura, encontrar la parte irónica. Al final  casi todas las historias la tienen. Si la encuentras, si sabes buscar esa cara del prisma la tienen.

 

P: Y, de hecho, las referencias costumbristas (por ejemplo, cuando hablas de Gerardo, de María…) entiendo que responden a la intención de trasladar lo dramático a un plano más terrenal, más de la calle.

 

L: Sí. Siempre lo he dicho. Si lo llevas al cine me gustan directores como Berlanga o Azcona. Me gusta determinado cine español coral de determinada época que refleja una realidad como la de no poder pagar un piso o tener una familia de doce hijos o una monja que tiene un Citroën (no sé, por poner ejemplos…). Me gusta cómo el lenguaje (y eso tiene que ver con el casticismo), la forma de expresarse de los personajes, lo que están haciendo, hacen que parezca incluso divertido y que te pueda arrancar una carcajada lo que está ocurriendo por muy dramático que sea. A lo que los lleva su contexto te puede arrancar una carcajada, ¿no? Me gusta mucho ese modelo y yo creo que inconscientemente lo llevo a las canciones y creo que, si tenemos que poner nombres, Berlanga y Azcona son los principales. Decían los dos que se sentaban en Madrid en la calle e iban imaginándose las historias de las personas que iban pasando y de ahí sacaron muchas ideas. Creo que las ideas desarrolladas a partir de personajes son muy potentes.

 

P: Sí, en tus canciones se ve eso. Imagino que en tu caso la fuente de inspiración siempre es Marid  pero tu visión no es la de Berlanga. La tuya, en estas primeras obras, es mucho más nocturna, más oscura; de sexo, drogas y pop [risas]

 

L: Date cuenta de que yo empiezo este proyecto trabajando en un bar de noche: El Fotomatón. Mi referente inmediato era ese, entonces tiraba de ahí.

 

P: Después de Hipotenusa, identifico una etapa de transición que veo. Se me ocurre Mil razones. La lírica es parecida  pero ya hay una sonoridad más pop, más rock.  ¿Tiene que ver con la banda?

 

L: Sí, total. A mí me apetecía volver a tener una banda clásica y a tener más energía en el escenario porque con Hipotenusa éramos tres en un formato muy raro: guitarra, bajo y un Octapad. Era original pero se nos quedaba un poco corto en cuanto a intensidad. Hablé con Jorge, le propuse volver a una banda clásica y, entonces, automáticamente esa estructura nueva nos llevó a nuevos patrones. Está muy basado en un sonido new wave de finales de los 70 lo que hacemos, que es algo que se hace poco en este país y que me parecía interesante explorar. En ese sentido se me ocurren Nacha Pop como los únicos que han explorado en esa historia. Lo demás ha sido más rock o más techno o más pop, pero explorar en ese campo a mí me interesaba

 

P: De hecho, a una canción como Habanera (del Ud. se encuentra aquí) le veo una estructura muy latina…

 

L: Es que Habanera es una canción muy especial porque está hecha en la época de Dicen por ahí…

 

P: Es curioso porque se nota ese eclecticismo del principio pero con un sonido mucho más integral, más de pop-rock.

 

L: Sí, era el momento. Yo no sabía muy bien qué hacer con la habanera. De hecho, la tocaba en los primeros conciertos y la gente me decía: “Oye, ¿no vas a tocar esta canción? Esta canción mola mucho. ¿Cuándo la vas a meter? Cuándo tiene sentido?”. Y para mí tuvo sentido meterla en Ud. se encuentra aquí. Ahora si miro atrás yo creo que la hubiera grabado antes. No me arrepiento: creo que tiene un sonido guay, suena un poco a Calexico, creo que la ubicamos bien, pero bueno. En su momento no sé por qué no la lancé, pero a lo mejor hubiera tenido más sentido en ese momento, con ese contexto más irónico…

 

P: Sí, biográficamente puede que hubiera tenido más sentido…

 

L: Sí, no sé por qué se quedó ahí, aunque luego la recuperé. No sé si ha quedado raro o no.

 

P: En Nueva generación llama la atención la temática de la letra, que parece menos costumbrista y más reflexiva. Leí una vez que hay dos tipos de canciones: las narrativas y las de sensaciones. ¿Crees que se adapta a esta clasificación? No hay hilo argumental definido.

 

L: No, no hay un hilo argumental. Son pinceladas aisladas que tienen que ver un poco con cómo yo veo a las nuevas generaciones de músicos, a las nuevas generaciones en la calle. Es mi percepción personal y trato de describir eso. En cuanto a cómo hice la canción, la hice con una revista famosa de prensa musical y empecé a coger las cabeceras y a cambiarlas como un puzle. Al final salió algo que no es contar una historia pero que me gustaba. Me gusta cómo quedó esa canción.

 

P: Es que es bastante crítica con la actualidad, digamos, mediática o musical y, al mismo tiempo, utiliza un formato aparentemente frívolo, más pop, con algún sintetizador: es una canción más festivalera. ¿Buscabas esa paradoja?

 

L: Claro, buscaba dinamitarlo desde dentro. Más que desde fuera y tirar piedras, quería meterme dentro y hacer algo que tuviera sentido con lo que estaba criticando. Una metacanción.

 

P: Me interesa mucho el proceso de composición en Luis Brea y el grupo. ¿Partes casi siempre de un concepto, haces melodías, haces acordes y los llevas al estudio? ¿Cómo es el proceso?

 

L: Depende. No tengo un modelo. Nuevas generaciones fue como te acabo de decir; El verano del incendio salió casi del tirón; Automáticamente también… pero, por ejemplo, Mil razones estuvo en el cajón un año, la revisaba y revisaba y le di mil vueltas a la canción, aunque luego me ha devuelto el trabajo porque ha sido una de las que más ha llegado. Soy muy colecciona-frases, las voy apuntando en el móvil. Hago como lo que hacían Azcona y Berlanga y tengo la antena siempre puesta en el metro, en un garito, en todos lados: soy muy colecciona-frases. Luego las dejo ahí en casa y se juntan todas entre sí. Y es curioso porque al final acaban contando una historia ellas solas; se reconocen entre ellas como si fueran de la misma sección y luego acaban ellas contando una historia

 

P: Siempre compones tú, ¿no? Es decir, melodía, letra y acordes son tuyos, ¿no?

 

L: Sí, yo les enseño cómo nacen…

 

P: Y luego se las enseñas a la banda.

 

L: Sí, las llevo así desnudas y empezamos a sacar baterías. Hace poco vi un documental de Keith Richards y dice algo así como que él hacía blues en su habitación y luego hacía rock ‘n’ roll en el local. Es un poco así: en tu habitación tenías un feeling cuando la tocabas con la acústica y luego cuando te juntas con otras personas, en mi caso, yo tiendo a engorilarme más, a hacerlas más rock. Disfruto mucho de las dos vertientes

 

P: ¿Y lo de El miedo [Luis Brea y el Miedo]?

 

L: Lo de El miedo se le ocurrió, creo, a Jorge estando en un bar. Lo que pasa es que yo no me acordaba de aquello y lo propuse yo y me contestaron: “¿¡Pero qué dices!? ¡Si te lo propuse yo!”. Fue un poco curioso…

 

P: Hay coautoría…

 

L: Hay coautoría e incosciencia por mi parte.

 

P: Supermariachi es otro giro en tu carrera. ¿De dónde viene la idea?

 

L: De un sueño…

 

P: Busqué ‘Supermariachi’ en Google y lo único que sale, a parte de tu canción es una banda de corridos haciendo Super Mario y pensé “¿tendrá alguna relación?”.

 

L: [risas] No, fue un sueño supermariachi. Nunca me habían preguntado por ella. La misma noche soñé con la historia, que es un superhéroe vestido de supermariachi, esa imagen, me levanté a beber agua y me quedé con la historia esa. Y un poco después me vino la melodía de la sección de metales, me levanté, fui a traer el móvil y empezó a nacer ahí la canción: nació de la idea de ese personaje y de esa melodía. Fue un proceso de idas y venidas, “esto mola”, “esto no”, fue un proceso un poco turbio, una creación un poco extraña, pero sí: fue un sueño, acoplé unas cosas, intenté meter un arreglo que no funcionó… No fue discutida pero sí debatida. La grabamos en otro sitio: la grabamos en Valencia y no en Madrid y con otro productor. Fue muy especial pero creo que al final el producto me mola porque es una miscelánea de muchas cosas: hay una parte que empieza muy rockera, basada casi en un riff de Mötley Crüe, pasa a una guitarra Daft Punk, pasa por muchas fases y ahí Lázaro y yo tuvimos que trabajar mucho cómo uníamos las baterías y el ritmo para que no fuera una cantada el pasar del rock a esto otro, para que no fuera abrupto. En cuanto a arreglos, creo que ha sido la que más hemos arreglado. Por eso te digo que hemos tenido que unir delicadamente todos los elementos para conseguir algo que daba un paso más en el sonido.

 

P: Se nota el cambio. El hecho de que lo saquéis como EP, ¿es una adaptación a los cambios, ya que últimamente nadie se traga un disco? ¿O es para tomar el pulso y ver cómo reacciona la gente con este sonido ligeramente distinto?

 

L: Pues la verdad es que salió como EP, yo creo, porque nos quedamos sin tiempo ya. Al final, cuando te metes en giras-y-grabar-y-giras-y-grabar, te ves en un ciclo un poco extraño y yo tenía la sensación de que Ud. se encuentra aquí se había acabado un poco. La sensación contraria a El Miedo, que yo creo que todavía sigue durando: no sé por qué me da la sensación de que siempre estoy en la gira de El Miedo, que fue de dos años y medio y nos aportó tantas cosas. Con la de Ud. se encuentra aquí tuve la sensación contraria: que se había acabado enseguida. No sé por qué. Y me rayé mucho en el sentido de tener este ritmo y de que si no haces muchas cosas desapareces del mapa. Y ese fue el sentido de querer sacar un EP. Llevábamos cuatro años de gira y estábamos muy cansados y dijimos al final: “vamos a parar”. Y es lo que vamos a hacer: vamos a hacer festivales este año pero yo necesito espacio para componer, para encontrarme otra vez con letras más complejas, más barrocas.

 

Muchas veces te dejas arrastrar y con Supermariachi había algo de “vamos a hacer más cosas, vamos a hacer más cosas”… y se quedó ahí. No descarto hacer en un futuro, después de hacer otro disco, algo como Supermariachi 2, como el retorno. Dentro de tres o cuatro años hacer otro EP… (me estoy enrollando mucho)

 

P: No, no te preocupes…

 

L: Lo que más me jode es que se haya quedado en digital, porque hacer un EP, producirlo en vinilo, es un coste, entonces sí que me gustaría retomarlo y sacar algo físico porque todo el diseño mola mucho, o sea, el diseño de… [intenta recordar el nombre]

 

P: ¿De Supermariachi, dices?

 

L: Sí, el diseño…

 

P: Lo buscaremos y quedará de puta madre… [lo sentimos, no hemos sido

 

L: Búscalo, por favor. Además, es amigo, lo que pasa es que me acabo de levantar de la siesta. O sea, todo el trabajo que él ha hecho a mí me gustaría que estuviera en papel, no en digital; que alguien pudiera comprarse eso, tocarlo, ver los dibujos… Además hay una historia detrás que no se ha podido desarrollar; están presentados los personajes, nada más…

 

P: Volviendo un poco al disco anterior, me gusta mucho Amanece, cuya letra dice: “Amanece un nuevo día / Amanece, todo vuelve a empezar”. ¿Tiene algo que ver con el cambio de rumbo en la música, de algo más introspectivo, más cotidiano, a algo más pop-rock, más extrovertido? No sé si esos versos en concreto van por ahí.

 

L: No, no es esa la intención. La intención es hacer algo un poco más motivador. Creo que la intención de Ud. se encuentra aquí, en general, es hacer algo más de autoyuda que El Miedo, que era un poco de cortarte las venas. Es como levantarte un poco y espabilar.

 

P: Pero hay un poco de mala hostia también: “Quieres que tus sumas sean nuestra división”.

 

L: Sí, esa es la respuesta a alguien que te está metiendo palos en las ruedas todo el rato.

 

P: Lo interpretaba como el signo de los tiempo: vorágine, información, exceso de información que abruma al final y que lleva a la división de la gente. Lo interpretaba desde una óptica mucho más política.

 

L: Sí, sí que la hay. El humor, la mala hostia y la política, aunque no estén explícitos, son cosas de las que me cuesta desencadenarme porque creo que mi humor lo que hace es encubrir mi mala leche, que la tengo. El humor le da un velo y te permite comunicar cosas con las que no estás de acuerdo de manera no explícita, porque muchas veces cuando eres demasiado explícito la otra parte se puede ver ofendida, ¿no?; pero si lo haces con humor ya está encima de la mesa, entonces existe la posibilidad de que haya una reflexión

 

P: En ese disco observo una óptica más crítica que hasta ahora no estaba tan presente. Nueva generación creo que es la más obvia: “Vamos a elegir la nueva reina del pop”. ¿Va un poco en sintonía con el talent show?

 

L: Sí, va con ese rollo y con la nueva forma de consumir música, que se hace de forma horizontal, no se hace de forma vertical. Tengo la sensación de que, como es tan fácil acceder, con darle a un botón… Antes teníamos que ir a un sitio a comprarlo en vinilo, teníamos que llevarlo a casa…

 

P: A mí, que soy de una generación más virtual, me pasaba que, cuando me descargaba música, estaba deseando escucharla y le concedía más valor al disco. Incluso la descarga pirata, que es más instantánea que ir a una tienda a comprar el disco, tenía un punto de romanticismo que ahora no encuentro, por ejemplo, con Spotify.

 

L: Sí, a ver… yo tengo 45 años. El proceso de compra era: llegaba el sábado, había ahorrado pasta, cogía un autobús, me iba en tren a Madrid (a Discoplay) y con ese disco tenía que comprar dos, tres vinilos. Llegaba a casa y esperaba a que mis padres se fueran de casa para ponerlos en el plato del salón. O sea, estaba deseando que mis padres se fueran de casa para encontrar ese espacio donde yo pudiera oír mis discos; donde hubiera gente, oír esos discos y a lo mejor fumar o beber cerveza. Todo ese proceso social en torno a la compra del vinilo… Cuando te pasaba que un disco que te habías comprado no te gustaba pensabas: “he ahorrado, me lo he comprado y vaya mierda”, pero te costaba, ¿vale? Y tenías todas las canciones, te las sabías: la segunda de la cara B del primer disco de… Y ahora es simplemente encender un móvil y hacer así; y oyes la primera canción y si no te gusta pasas a otra banda directamente. Son los tiempos, pero la lectura es horizontal.

 

P: Sí, es una lectura mucho más plana.

 

L: Sí, ahora te encuentras con muchos artistas que tienen mucho público y que deciden hacer historias para que tenga sentido vender diez canciones. O que la gente tenga que comprar diez canciones, como lo que ha hecho Rosalía. Hay una tendencia a eso para que tenga sentido

 

P: Está muy bien pensado, en realidad, es una justificación del disco. Aunque es muy triste, tener que justificarlo…

 

L: Sí… el que lo justificó fue Steve Jobs: convenció a todas las discográficas de que se podían vender canción por canción; porque antes si querías una canción tenías que pagar doce; y el método digital funciona diferente. Creo que no se valora tanto el click como el vinilo comprado.

 

P: Bueno, la última pregunta y te dejamos. Esta noche, formato acústico, ¿no? ¿Va a haber más presencia de tus anteriores trabajos o va a haber una adaptación de las canciones del último disco al formato acústico?

 

L: No tengo ni idea lo que voy a tocar ahora mismo [risas]. Ya veremos lo que va saliendo. Me gusta un poco ir improvisando

 

P: Vale. Si tocas Baso se escribe con ‘v’ va a estar guay.

 

L: Seguramente: una incunable…

 

P: Muchas gracias por tu tiempo y por tu buena disposición.

 

L: Nada, a vosotros.

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