Crónica L.A. – Los relojes se han parado.
“Ojalá pudiéramos deciros en persona y a la cara a todos/as y cada uno/a de vosotros/as lo que habéis significado para la carrera de LA, lo importantes que habéis sido y como os echaremos de menos, lo increíble que fue salir de Mallorca aquel día y hacer aquel showcase para discográficas en la sala Costello de Madrid, aquel concierto que lo cambió todo de nuestra vida… Poder deciros también que hemos disfrutado cada uno de los conciertos desde aquel día, los festivales, las salas y los acústicos aquí y allá, nuestras charlas después de los conciertos… y que disco tras disco, gira tras gira nos habéis dado motivos suficientes para seguir y seguir… Pero es momento de cambios, momento de reflexionar, momento de experimentar y después de 10 intensos y absolutamente maravillosos años hemos decidido para LA. Pero no sin antes subirnos una vez más al escenario juntos a vuestras ciudades… La vida abre nuevos caminos, cosas maravillosas. Paremos los relojes, os querremos SIEMPRE.”
Ese fue el mensaje que el grupo mallorquín nos dejó el 1 de octubre y aunque ese sentimiento de pena se apoderara de nosotros aun nos quedaba una última oportunidad de ver a L.A. en nuestra ciudad. Y así fue, dos meses después, el 1 de diciembre tuvo lugar ese concierto, con un setlist que recorría los temas más especiales de la banda. Como todo comienzo, unos instantes de silencio se apoderan de la Sala REM, ovaciones, y empieza a sonar la cuidada voz de Luis Alberto. Entre las primeras, escucho el estribillo de Perfect Combination: “it´s so hard to live without you”, es curioso lo fácil que hace L.A. poder desconectar y transportarse a momentos bonitos y difíciles de la vida, eso también es disfrutar, ¿no? Lo cierto que esa facilidad de abstracción solo se puede conseguir conectando perfectamente las piezas de un engraje, sus energías y armonías y eso es algo que los mallorquines tienen bien aprendido.
Leave It All Behind, Crystal Clear, The Keeper and the Rocket Man y otros tantos temas emocionaron al público. Eso sí, un público bastante dividido, por una parte, el sensato, ir a concierto para escucharlo y emocionarte, es lo lógico. Pero, por otra, unos espectadores indeseables, habladores, incluso manteniendo sus propias conversaciones de espaldas al concierto, una verdadera falta de respeto tanto para el resto de asistentes como para los artistas.
Terminan con dos temas de su último disco King of Beasts, esos son Helsinki y Stay. Se van, pero ni se encienden las luces de la sala, ni la despedida es muy afectiva. El bis. Vuelven, era de esperar, Stop The Clocks es uno de los momentos, inevitablemente, más mágicos del concierto. Acaban, esta vez de verdad, con otra de Heavenly Hell, The Sweetest Goodbye. Una dulce despedida, que no podrá evitar que echemos de menos a una banda que se entiende a la perfección porque, siento decir que los relojes se han parado.
Ángela Sánchez Mondéjar
Foto: Mariano Ríos