Último concierto de Nudozurdo en Ochoymedio (Madrid)

Ha Sido Divertido

 

Úrsula, la nieve se ha fundido, descúbrete al mundo, no necesitas nuestra mano. Esto quiero imaginar que les pasó por la mente a Nudozurdo cuando una de las mejores bandas que ha dado el panorama nacional postrock decidió el pasado veinticuatro de septiembre anunciar su separación indefinida de los escenarios. Recuerdo que un sentimiento parecido a un agujero negro en el cuerpo de todxs lxs fanes que conocía inundó sus estómagos y se trasladó a una pregunta generalizada: ¿cómo podemos despedirnos? La respuesta no tardó en llegar de la mano del cuarteto madrileño. Una última gira. Una última oportunidad para poder redimirnos de todos esos conciertos a los que no fuimos, de todas esas lágrimas que no salieron de muy adentro, de todas esas personas que pasan por nuestra mente cuando suena Hasta Que Acaben Por Confundirnos.

Las ciudades que tuvieron el honor de albergar semejante despedida después de veinte años de carrera musical (con escasos LPs, pero cada uno con una potencia lírica y musical indescriptible), no fueron elegidas en vano. A mí me tocó Madrid, a otros compañeros Granada, y así. El caso es que todxs estamos de acuerdo en algo: fue algo personal y único, unos conciertos mimados con pasión, regalos de casi dos horas de duración. Cada concierto era una burbuja que aislaba al público del ruido, del estrés, de las calles llenas de luces brillantes, gritos pelados, botellas rotas y colillas pisadas. Se nos envolvía en una cuna que mecían con cuidado para dejarnos adormecidos y caer ante ellos. Un bajo que daba en cada cara en la que retumbaba, guitarras que languidecían y se arrastraban para tumbarte y llevarte en su barca por tus recuerdos. La batería que, impredecible a veces, daba cuenta de los golpes que te daba la vida. La voz, que cuando quería te hablaba de la esperanza que hay que tener, de las preguntas que todxs nos hemos hecho alguna vez, de los errores que hemos cometido y nos quedan por cometer. El mejor “gracias” que he recibido en mucho tiempo.

Cuando entramos a la sala no había mucha gente, tampoco nos imaginábamos que fuera a llenarse. No podíamos estar más equivocados. La asistencia fue espectacular: algunxs fanáticxs del grupo, otrxs por respeto, otrxs por curiosidad… El caso es que se llenó. Las dos plantas. Se notaba una mezcla de nervios y tristeza generalizada en el club, algo normal si tenemos en la cabeza que quizás sea esta la última vez que veamos en directo Mil Espejos. Cada uno acopló su instrumento a su cuerpo, estrechándolo. Comienza. Una hora y media de sus mejores temas, un repaso de su queridísima discografía. Mención especial a Úrsula, Hay Nieve En Casa, ese inicio con solo la voz y algunas cuerdas, todxs en silencio, una iluminación preciosa y poco a poco uniéndose el resto de los instrumentos. Parece que va a acabar. Nadie se mueve de su sitio. Vuelven y tocan tres temas más. Se van. Nos negamos, no podemos creer que esto vaya a terminar así. Retoman los instrumentos y se tocan un par de temas más cuando creemos que ya no hay nada más que hacer. Si estábamos ya dolidxs, deberíais de haber visto nuestras caras cuando se despidieron por última vez con El Diablo Fue Bueno Conmigo: “Si soy un monstruo y no me quieres besar”.

Lo siento mucho por quien no pudo estar ahí. De veras, creo que ha sido el evento del año. Creo que es muy difícil que algún grupo español alcance estas cotas sentimiento en un directo. Creo que no puedo creer que todo esto se haya acabado. Creo que Ha Sido Divertido.

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