DCODE 2018

Un cartel a la altura de las expectativas y 25.000 personas afincadas en la Complutense esperaban con todas sus fuerzas que las predicciones temporales no se cumplieran, y mágicamente así fue, Dcode 2018 concentró su propio microclima y, a pesar de las oscuras nubes, ni una gota de agua cayó sobre el césped.

La jornada del Dcode, era innegablemente exquisita pero un festival tan completo hace imposible gozar de todos los artistas que te ofrece el certamen. Así que, en ocasiones las distancias madrileñas y el ansia de querer aguantar hasta los grandes cabezas de cartel que siempre nos da, hacen que la hora de entrada sea más bien, la propia de cualquier otro festival, es decir, las 19.00 horas.

Dicho esto, una pena no poder disfrutar de la única parada en España de Jorja Smith y su trabajo Lost & Found. Pero no todo son penas, porque de los que sí gozamos fue de Shinova, que se solaparon con Viva Suecia. El grupo vasco quiso darle su propio homenaje al grupo murciano interpretando A dónde ir, ¡grandes Shinova! Además, tocaron por primera vez su nuevo single, El Álbum, y la verdad es difícil encontrar mejor lugar que un Dcode para presentarlo.

El sol se ponía, no era uno de los atardeceres más bonitos visualmente, pero otros sentidos agradecían la música del exguitarrista de The Strokes, Albert Hammond Jr. y su nuevo trabajo Francis Troube con el que empezó el concierto. Cerveza fría, césped húmedo, In Transit y buena compañía para dar por finalizada la tarde del festival.

Comenzaba Bastille, y aun había que guardar fuerzas para otros que aún estaban por llegar, así que era el momento de aprovechar la masa de gente que veía a los londinenses e ir a cenar y ver el resto de instalaciones. En cuanto a la gastronomía festivalera, encontramos los puestos de siempre (perritos calientes, pizza, argentino, noddles…), nada a lo que no estemos acostumbrados, pero eso sí, una variedad que siempre se agradece. No todo podía ser cenar, había que aprovechar los últimos minutos de Bastille mientras encontrábamos un buen sitio para Izal –esa es una de las ventajas de que ambos escenarios estén literalmente unidos-. Los de Londres consiguieron que 25.000 personas corearan a destiempo –es imposible organizar a tanta gente- su gran tema Pompeii.

Pompeii, el tiempo justo de darle un trago a la cerveza y ya estaba ante nosotros Mikel y su banda, un concierto a la altura de Izal, por supuesto, pero ya repetido, no eran pocos los que conocían el discurso que precedía a Pánico Práctico pero no importa, ellos siempre consiguen hacer una pista baile allá donde toquen y que sus fans coreen hasta quedar sin voz cada uno de sus temas.

23:35 y ya llegaba el plato fuerte del festival, Imagine Dragons. Solo le encuentro un problema a grupos tan grandes… Esperas que sea una verdadera locura de concierto, y claro, casi siempre lo acaba siendo, por tanto, no hay espacio para sorpresas. La primera canción que sonó para romper el hielo entre un público expectante y los americanos fue Radioactive, ¡vaya manera de empezar! Dan Reynolds descamisado hizo un repaso de sus grandes temas sin dejar atrás Natural que vió la luz hace apenas un mes y medio. Especial mención, a la cover de Every Breath You Take que fue tan inesperada como deslumbrante. Imagine pasó con gloria, muchas serpentinas, humo y una calidad sobresaliente.

A pesar de la avalancha de personas que retornaban tras el concierto de los cabeza de cartel, aún quedaba mucho festival, The Vaccines fueron los siguientes, y es cierto, que la ausencia de gente se notaba y, lo que es mejor, se agradecía y te permitía bailar al ritmo de ese pop surf que, para que engañarnos, nos tiene ganados a muchos.

A la hora de Kakkmaddafakka las bajas ya eran más que evidentes, y por desgracia para los que nos quedamos, el espectáculo que nos dieron sí que estuvo por debajo de las esperado, un sonido flojo y un grupo un poco pasado de rosca. Tras los grandes conciertos anteriores, las expectativas seguían altas y lo cierto es que no se cumplieron, de hecho, lo que más consiguió levantar al público fue su propia interpretación del viejo tema Bailando de Astrud.

Ahora sí que sí, Dcode 2018 terminaba al mando de Ocho y Medio DJ´s, y aunque los temas hacían bailar al público, la sesión fue igual que Kakkmaddafakka, floja.

Un final un poco agridulce que no hace olvidar los grandes grupos que vimos durante el festival. Ahora sí, en cuanto a las instalaciones dispuestas, unos escenarios muy bien distribuidos, suficientes carpas de bebida para evitar largas colas y lugares de descanso. Sin embargo, nada es perfecto, y los puntos en contra son el ¿inexistente? Punto de agua potable, y la obligación de permanecer dentro del festival… Un error que espero que subsanen en las próximas ediciones.

Dcode 2018 me ofreció la excusa perfecta para disfrutar de la capital, de un grupo consolidado internacionalmente y de un día verdaderamente especial, eso sí, al fin y al cabo, no es el evento sino los acompañantes los que hacen darle un 10 a una gran noche.

 

Redacción: Ángela Sánchez Mondéjar
Madrid, 8/9/2018

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