La música vuelve a inundar las calles de la ciudad de Murcia por segunda semana consecutiva, en esta ocasión con un género diferente, pero si cabe, con más pasión. A las 11 de la mañana se daba el pistoletazo de salida del certamen “Pianos en la calle”.
Profesionales o amateurs de todas las edades estaban invitados a tocar una pieza en cualquiera de los pianos distribuidos por los siguientes espacios: la Plaza del Cardenal Belluga, Santo Domingo, Plaza del Romea, Plaza de Santa Eulalia, Molinos del Río y en Muralla de Verónicas.

La ruta escogida comenzó en Molinos del Río, desde el paseo previo al mirador ya se intuían las notas de alguno de los participantes más tempranos. Un público escaso, en su mayoría acompañantes de los intérpretes, escuchaban desde bien temprano las armoniosas melodías.
La siguiente plaza fue la del Cardenal Belluga, una de las estampas más representativas de la región. Un gran escenario, un piano de cola junto a su pianista, acompañado esta vez de un público que huía – y no les culpo- del bochorno murciano, prefiriendo estar de pie en los contados espacios con sombra. Similar a esta, la de Santo Domingo, mismo problema climático, pero idéntica pasión por la música clásica. Esta vez, lleno de niños, por lo visto, prodigio, que manejaban las teclas con una soltura sobrecogedora.
Otra de las ubicaciones de especial mención, es la dedicada completamente a la zona infantil, Plaza Julián Romea, donde tenía lugar los talleres en los que los más pequeños comenzaban a tocar y disfrutar del instrumento de cuerdas percutidas.
El día se dio, pero la coincindencia también. Ese mismo fin de semana, tenía lugar en Murcia el IV Concurso Internacional Clamo que reunía 23 pianistas profesionales llegados de 14 países. Un certamen en el que el responsable de ICA destacó: «son actividades que se realizan desde Cultura para el fomento de la cultura y para acercar la música clásica a toda la sociedad».
‘Pianos en la calle ’ es un evento que ya ha pasado su triunfante tercera edición, por sus innovadoras técnicas en la que público e intérprete pueden ser la misma persona. Si su meta es la de impulsar la cultura y llegar a todos, no hay duda de que lo ha conseguido, y con creces.



